Sesión interesante la de este martes en las bolsas europeas. Tenía que ocurrir y ocurrió sin todavía ocurrir nada a destacar del todo. El selectivo español IBEX-35 se encuentra situado desde hace muchos meses entre dos corrientes. Una le empuja hacia el abismo. La otra marca la tendencia que ha seguido históricamente, fruto de un crecimiento de PIB. Precisamente de eso hoy hemos conocido datos.
Nos han anunciado a bombo y platillo que España ha decrecido en el último trimestre de 2011. Cumplimos dos consecutivos a ritmo negativo que permiten hablar de recesión según convencionalismos analíticos. Los mercados celebraban estas cifras a su manera. La sesión no tuvo desperdicio. Empezó agitada al alza y terminó por los suelos pidiendo los inversores la hora, clemencia, la toalla, la pastilla de jabón y alguno hasta la vaselina a los malvados especuladores impíos.
Lo de los especuladores es para darle la culpa a alguien, que siempre es necesario. Lo del PIB es para mostrar alguna excusa, que es indispensable. La verdad es que la presión de las ventas fue mermando los precios. Hay suficiente caldo de cultivo para que esto sea así. Las necesidades de liquidez son extremas por parte de grandes y pequeños. Llegados a la intersección de las dos corrientes que pueden observar en un gráfico de cierres diarios a larguísimo plazo parece que se está empezando a asumir el tránsito por la de menor temperatura. Tal y como les anticipaba en entradas que encontrarán a inicios de este ejercicio y finales del pasado la primavera puede ser aquella estación que ensalce la frase tonto el último, en vender por supuesto. Aunque no se asuste nadie. Ya vendrán los del BCE con las inyecciones de siempre para intentar calmar al enfermo.
El valor más castigado por estos recortes bursátiles, que dejan al IBEX en mínimos anuales, fue Caixabank. A primera hora de la mañana se leía un titular que presumo se repetirá en los próximos meses con distinto protagonista. Se ha convertido la antigua Caja de Ahorros y Pensiones para la vejez en el nuevo líder de la banca en España. Hasta el día en el que otro corredor puntero de esta peculiar maratón se fusione o absorba cualquier otra entidad que pulula sin pareja en el panorama financiero.
A media tarde realicé un ejercicio por casualidad fruto del más sofisticado azar cibernético. Intentaba encontrar una noticia y terminé hallando todo un desierto. Mi intención inicial era buscar cifras de morosidad. No tuve ningún problema en chocarme con cientos de titulares repetidos que más o menos decían las cifras de morosidad marcan máximos históricos. Probé con otra frase ya con el gusanillo entre las cejas. Encontré otro que en el tiempo se pregona cada ciertos meses; el riesgo de la deuda española alcanza máximos históricos. Terminé reblando la cuadratura de la desgracia encontrando miles de entradas referidas a los máximos históricos que marca el desempleo.
No es para desesperarse. Los máximos alcanzados en la prima de riesgo cada ciertos meses no significa que esta cifra ascienda a números de cuatro dígitos. Se mantiene estable pero serpenteando en las alturas. De vez en cuando asoma la cabeza, se proclama a los cuatro vientos y se decapita. Lo que es para decapitarse es que una medida que compara la rentabilidad de dos emisiones de deuda utilice como referencia los títulos de un país que tiene exactamente los mismos problemas que el nuestro o Grecia. Lo que es para decapitarse es que llegados a este punto no seamos capaces de plantear la poca utilidad de las infinitas inyecciones al sistema financiero. Sólo una que entenderemos en pocas semanas. Servirá para parar el golpe que los mercados se preparan para dar al púgil tumbado al suelo. Nos dirán que gracias a eso la sangre no llegó al río.
Después de tantos meses en los que las hemerotecas acumulan máximos histéricos de terribles titulares repetitivos toca seguir coleccionando recortes.