Malos augurios nos llegan desde la cuna de la civilización europea. Los dirigentes políticos sumidos en una deriva que les impide divisar otra cosa que no sean las deudas encendieron la mecha que terminó de prender definitivamente el domingo en las calles atenienses. Almenos lo hizo mediáticamente. La desesperación popular se ha transformado en revuelta generalizada. Los bomberos no daban abasto a
reducir los efectos de tanto pirómano. La policía que el día anterior se había declarado incapaz de atacar a la población volvió a ejercer de brazo opresor de unos parlamentarios reunidos en la cámara decisoria. Impidiendo la expresión de los manifestantes. Cerrando el acceso donde se decide el futuro del bienestar o llegados a estos extremos malestar generalizado.
En ámbitos políticos tras las votaciones a los recortes empezaron las purgas partidistas de los traidores. Entre dimisiones y expulsiones queda claro que nadie se fía de nadie en Grecia. La comunidad internacional tiró la piedra exigiendo el retorno inmediato de lo prestado. Pero no lo hizo directamente sino a través de cómplices que han terminado apedreándose multitudinariamente. En primera persona o a través de intermediarios. En los parlamentos no se quedan a la zaga. Convocan elecciones anticipadas con previsibles campañas extremas y opciones políticas en auge cada vez más alejadas de la oficialidad de las últimas décadas.
En esta guerra desatada en la cuna de la civilización no es fácil distinguir entre amigos y enemigos. La balcanización con la que se nos amedrentaba hace años va cogiendo forma. Hace tiempo nos están dibujando este concepto a ambos lados de unas paredes que se estrechan. No es un problema de secesiones territoriales sino de una recesión profunda y sin salida que paradójicamente nos empuja a huír. Aquello que no consigue la economía real lo pretendemos obtener lanzando una piedra. Cuando correr es una quimera la potencia del proyectil nos evade del mundo inmovilista. En el fondo del callejón sólo resta la opción de arrojar los ladrillos del muro al presunto opresor. Uno por uno y diente por diente. Sin saber del cierto quién es porque no hay confianza ni para preguntarle.
Dicen los entendidos que ayer en Grecia se escribió una tragedia preludio de nuevos acontecimientos continentales. Países en similar situación podrían seguir el rumbo heleno. La pregunta a responder sería en qué aspecto. ¿Nos conformaremos con importar la desesperación? ¿Nos conformaremos a secas? ¿Aprenderemos a andar solitos por las avenidas sin meternos en laberintos marcados desde las alturas? Seguramente la solución se hallará en un extremo como en Grecia. Pero antes de algún balanceo del que no nos va a librar nadie. Ya sea instigado desde muy arriba o desde el subsuelo. Lo contrario que ocurre en los mercados financieros. Duermen plácidamente una gran siesta desde finales del pasado verano. El despertar generalizado confluirá en primavera. Veremos en qué dirección se levanta el polvo.
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Desesperación en Grecia
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gallegorey
15 febrero, 2012 at 0:02
Gran artículo con preguntas que apremian una respuesta antes de que no sepamos qué contestar…
dani...él
15 febrero, 2012 at 7:14
La contestación si no ha llegado lo hará. El problema puede ser hacia dónde nos decidamos globalmente con la respuesta. No es el mejor momento de la historia para pensar en conjunto. En ello parece que están empeñados unos cuantos desde muy arriba.
gallegorey
15 febrero, 2012 at 11:44
Yo siempre he creído que los grandes cambios universales nacieron de la idea de un individuo o a lo sumo de unos pocos, por eso no creo en la sociedad como masa pensante, es más, la temo. Puedo llegar a confiar en las personas una a una, en su condición de individuos, pero de todo un conjunto se me hace imposible, precisamente por lo que tú comentas.
dani...él
15 febrero, 2012 at 18:17
Tiembién coincidimos en eso. La historia de los cambios para bien o para mal ha sido fabricada por muy pocos protagonistas. Lo que tú temes es una sociedad que en conjunto no piensa como la temo yo. En Grecia quizás estemos viendo el porqué. Me atrevo a pensar que no se dirige por muy buen camino. En el conjunto podremos confiar en la medida que formemos parte de él de manera teórica y práctica. Interactuando en igualdad.
saludos